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Mientras otro cobarde intenta asesinar a su compañera, saltándose a la torera conceptos tan básicos como respeto, educación y civismo -dejando el amor de lado- en otra parte del mundo se produce un cambio real, pronosticado por muchos, tal vez ilusos, puede ser que visionarios. El tiempo nos lo dirá.






Es la mirada de un cobarde, otro alma de asesino frustrada.
No, no es la mirada de un loco. Sabía lo que hacía y lo llevaba claro. Portaba el arma y sabía que iba a hacerlo. No me engañes, no me sigas mintiendo. No pongas ojos de cordero. Eres peor que el lobo, peor que las tierras movedizas, peor que un cobarde. Eres el mayor de los cobardes. Cobarde por no asumir que te falta la razón para hacer lo que haces. Cobarde porque careces de los más básicos sentimientos humanos. Cobarde porque has intentado arrancarle la vida a otra persona por motivos que sólo tu estupidez acepta. Cobarde porque pierdes y en vez de cambiar, quieres destruir lo que te rodea. Eres otro cobarde.