martes, 20 de enero de 2009

Poemario

Acaricié tu vientre bajo las luces de la mañana,
besé tus inglés lamiendo espasmos de madrugada,
rocé tu sexo con el temblor de la nocturnidad tardía,
y cuando te miré no estabas...
Desapareciste en el Rocío de las hojas dormidas
correteando con los duendes, los ogros y los sueños.
Furtivamente desperezaste los brazos alejados ya,
impertérritos ante el encantamiento del sexo despierto.
Huiste, como granos de arena llevados por las olas
en un vaivén preciso,
en un ciclón de nuevos deseos,
alojando en el ojo del huracán las sensaciones
en coctel mortal,
calor y frío,
y en el devenir permanente simientes ajenas
de nuevos amores
depositando besos en la frente
de los viejos supervivientes.
12/01/09

1 comentario:

  1. los viejos supervivientes nunca mueren, ni cesan sus poemas.

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